Por qué deberías contratar un mago especializado en fiestas de cumpleaños de adultos que sea ducho.

• Antes de nada, quiero que te relajes. Como si estuvieras dando el primer sorbo de tu copa de vino o cervecita, después de un difícil día de trabajo.

• Es importante que sepas, que la inversión mínima para contratarme es de 300 €, impuestos no incluidos.

• De momento, independientemente de que vayas a trabajar conmigo o no, te recomiendo mucho leer esta página hasta el final, porque te voy a aportar ideas que posiblemente te sean muy útiles.

• Ahora te voy a contar una historia de la que tengo permiso por parte de la cumpleañera, y donde solo he cambiado algún detalle sin importancia para conservar el anonimato. En menos de 3 minutos, vas a descubrir como tener un seguro a todo riesgo de tu cumpleaños.

Viernes por la noche 20:40 en algún lugar de Madrid:

Aparco mi coche en una zona residencial en la que cada chalet independiente tiene su propio diseño. A cuál más bonito. Aunque muchas veces trabajo en pisos, cuando toca chalet siempre tienes la sensación de que vas a tener más espacio. En esta ocasión, el espacio sería el menor de mis problemas. Todavía no sabía la que se me venía encima.

                Llego a la puerta de la moderna casa blanca de estilo arquitectónico y al llamar al timbre me doy cuenta de que la puerta está entreabierta. Un niño de unos 6 años me abre la puerta y nada más verme me dice:

-¿Tu ya naciste calvo? . No sabía si era la primera vez que ese niño veía a una persona con el pelo afeitado o simplemente era para él una duda existencial. En cualquier caso, le contesté:

-Si, igual que tu. Oye ¿Y tu papá está en casa?

– Si está encerrando al perro y mi abuelo viene ahora que ha ido al coche a por su dentadura.

En ese mismo instante una mano toca mi espalda y me pregunta que si soy el mago. Le digo que si y el sonriente abuelo del chico me lleva por el jardín hasta donde están todos celebrando. A lo lejos los ladridos de un perro de al menos 40 kilos se oían como diciendo “Como me escape voy a por ti”.

Como Carlos (el marido de Carmen y la persona que me contrata) quería que fuera una sorpresa, las caras de los invitados dejaban ver su extrañeza al pensar quien era yo. Ellos ven llegar a un tío vestido con un traje elegante, aunque un tanto extravagante (como la casa) cargado con una mochila negra que pone Bose y un maletín negro. Saludo a Carmen y esta me pregunta curiosa que voy a hacer. Yo le digo que ahora lo verá y que le va a gustar mucho, me dispongo a montar el show, saludo algunos invitados que me miran y digo “Ya ha llegado el boys”.

Cuando voy a enchufar mi equipo de sonido a la regleta que hay en el jardín, justo al moverla un fogonazo seguido de un sonido de petardo hacen que todos los invitados (yo incluido) peguen un salto de su silla y toda la luz del jardín se vaya al garete. El agua de una pequeña lluvia antes de llegar yo se había metido en la regleta y al moverla ocurrió la magia. No me quedé pegado al enchufe por los pelos (los que no tengo). No sabemos muy bien que pasó, pero la luz de todas las bombillas del jardín ya no volvieron a funcionar y por tanto yo ya no tenía electricidad para mi equipo de sonido ni iluminación en el pequeño escenario que me habían montado. Aunque siempre prefiero conectar mis equipos a la red eléctrica en realidad tanto mi altavoz como mi micrófono van a baterías así que eso no fue un problema, y al estar acostumbrado a trabajar en muchas ocasiones a pie de público no fue ningún problema el usar un “escenario” improvisado en el porche donde si que había luz de la casa.

Todo este jaleo hace que la hora del comienzo del show se venga encima y que todos los invitados estén dispersos hablando entre ellos, yendo de un lado a otro y sin estar predispuestos a ver el show así que pongo música y comienzo a llamar la atención de la gente, a hacer que coloquen sus sillas y se vallan juntando para ver el show.  Cuando ya está todo el público listo para el comienzo del show de repente un puntito frío se hace sentir en la piel de mi cabeza, luego otro, luego otro y cuando me quiero dar cuenta mi cabeza parece un festival de percusión de gotas chocando contra ella. Los invitados comienzan a correr a refugiarse a la casa. Veo a Carlos asomarse de la habitación de los fusibles y le digo:

– Ya no te tienes que preocupar por la luz del jardín.

Esperamos 15 minutos a ver si dejaba de llover, pero seguía cayendo sin parar así que al ver a la gente dispersa por la casa y ver que realmente no había ningún buen espacio para poder hacer un show para todos a la vez (al ser muchos invitados) decido ponerme a hacer magia de coctel por grupos a los invitados. Algunos están de pie y otros sentados, pero da igual porque la magia de coctel te permite hacer pequeños shows de magia para diferentes grupos en prácticamente cualquier condición. Los invitados, flipan, se ríen, llaman unos a los otros para que vengan a ver lo que hago y cuando llevo como media hora me doy cuenta de que ha dejado de llover. El público con ganas de ver más no pierde ni un minuto en sentarse otra vez en las sillas en el Jardín y por fin puedo empezar el show.

El show comienza, la gente ríe y disfruta, y mientras tanto veo como un vecino habla con Carlos a través de la vaya del jardín. Veo a Carlos hacer aspavientos de enfado y con cara de cabreo viene a mi lado y me dice al oído.

-No puedes usar el micro ni el altavoz. Es tarde y la vecina nos denuncia

Al parecer habían tenido sus rencillas y la vecina se estaba tomando la revancha, y aunque fueran casas en parcelas separadas al ser más de las 22 horas (íbamos con algo de retraso por los imprevistos) si quería podía llamar a la poli y aguarnos la fiesta. En ese momento pensé que la verdadera magia era conseguir hacer un show en esas condiciones. Me sentía como en una gimkana en la que a cada paso que das te vas al suelo y comes barro.

Me quité el micro y seguí hablando, pero proyectando la voz como muchas otras veces hago cuando hago magia de calle sin micrófono. Los 100 invitados me podían oír y la música la puse con mi altavoz pequeñito (típico altavoz bluetooth que llevan algunos chavales en el metro con el reguetón porque piensan que todos queremos escuchar su música).

La actuación continúo con lo previsto. Al pedir firmar una carta un amable señor dibujó lo que parecía ser un señor con una nariz muy grande y dos ojos bien abiertos o al menos eso pensó Felipito (el niño de 6 años), aunque en realidad era una p*lla como una olla, y así lo atestiguaba su media sonrisa al mirarle. Igual otro mago se molesta por algo así y decide obviar la situación, para mi este tipo de cosas son oro puro y me encanta sacarles partido ( a no ser que sea un cumpleaños infantil) Así que lo  usé en beneficio del show para que fuera todo todavía más divertido y Felipito se riera también de la carta con el “señor de nariz grande”.

Ya estábamos a punto de terminar cuando mis ojos no daban crédito al ver que “perrito” que me había dado la bienvenida al llegar, se había escapado y estaba dando brincos por el escenario y las sillas acaparando la atención de todos. Cuando Carlos atrapó a Rocky (yo le hubiera puesto Houdini) el público se había dispersado por esta espontanea aparición y tuve que atraer su atención rápidamente para poder continuar.

Vivimos un momento mágico muy especial para la cumpleañera y su marido en el que a ella se le escapó una lagrimilla y finalmente terminamos por todo lo alto con toda la participación y el buen rollo de todos los asistentes con la magia final.

Carlos y Carmen me dieron las gracias por haber podido superar aquella carrera de obstáculos y yo les dije que ese día, como mago yo también había cumplido varios años.

A ver…  Quién eres y porque debería contratarte para mi cumpleaños

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Decidas lo que decidas, espero que hayas pasado un gran rato y, sobre todo, que te lleves grandes ideas para tu fiesta de cumpleaños.

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